El ser humano es criatura de “modas”. Le encanta todo aquello que es nuevo, de lo que habla la mayoría, lo que en inglés se conoce como “trending”. La inteligencia artificial, a pesar de no ser un concepto nuevo, está súper de moda. La vemos en los periódicos; en las noticias. Corre de boca en boca por las calles.
¿Por qué motivo es ahora tópico candente…?
El matemático inglés Allan Turing definía la inteligencia artificial como cualquier máquina (o un objeto automatizado) el cuál, si un sujeto no lo observa directamente, puede engañar a ese sujeto haciéndole creer que es un hombre o una mujer quien realiza la tarea que le ha sido encargada.
En Don Quijote de la Mancha, el hidalgo español se enfrenta a una cabeza automatizada y a un caballo volador, que cumplen con las características que Turing señala: engañan a aquel que no los ve directamente, haciéndoles creer a Sancho y Quijote que lo que hacen son producto de la inteligencia humana y no objetos “engañabobos”. La obra magistral de Cervantes fue escrita en 1605, la primera parte, y en 1615 la segunda, cuando aparecen el caballo y la cabeza.
El gigante Talos estatua de bronce automatizada, defendía la isla de Creta de los invasores. El primer Golem, humanoide artificial en la mitología judía, nace de arcilla para defender a su creador durante el siglo XIII. Los alquimistas y científicos Yan Shi; Hero de Alexandría; Harum Al Rashid y Leonardo Torres y Quevedo crearon autómatas, que parecían hombres, siglos atrás.
A pesar de que el tema de IA no es nuevo, ocupa un espacio privilegiado en nuestras conciencias. Hollywood se declaró en huelga hace tres años, protestando por el uso de IA para escribir guiones de cine y televisión. Los artistas de la plástica y los músicos ven como sus cuadros y sus melodías son utilizados, sin licencia, para crear nuevos proyectos utilizando IA.
Es por ese motivo, es decir, por la usurpación de funciones que corresponden a la mente creadora del artista, cualquiera que sea la modalidad que este utilice para expresarse, que las empresas que están ahora comercializando la inteligencia artificial debieran preocuparnos, ya que carecen de leyes claras que regulen su uso.
Geoffrey Hinton, el padrino de IA renunció a su puesto en Google afirmando que lamenta haber desarrollado los procesos de IA que Google utiliza, ya que los chatbots son peligrosos. ¿Por qué…? En pequeña escala porque mienten más que hablan. En gran escala, porque roban conocimiento y no dan el reconocimiento de esa substracción a quien le corresponde.
La muerte del gigante Talos. Vaso 400-390 BC.
Me explico. Si le preguntas a Chat GPT sobre María Odette Canivell Arzú, autora de este blog, y le pides al Bot te de citas de su trabajo académico, en menos de seis segundos tienes lo que pides. Pequeño problema: las citas son inventadas. Conozco aquello que he escrito (mal sería que no lo hiciera) y aún si contamos con que, en la traducción, se pierde la exactitud, las citas que obtuve de Chat GPT no existen, y nunca fueron escritas por mi pluma (o por mi computadora, si somos exactos).
Si yo, que conozco mi trabajo, debí ir a los libros que Chat citaba en búsqueda de ese “conocimiento perdido” ¿qué pasa cuando le pides a Chat GPT algo y se lo inventa…? Algo vital para la humanidad, una cura contra el cáncer, si este sujeto es culpable o no, quién ganó en las elecciones en un determinado país…
El secretario de Estado de Estados Unidos Anthony Blinken nos ha advertido seriamente sobre esto último:
Las democracias están en peligro porque existen “malos actores”, como Rusia o Corea del Norte, que se aprovechan de lo anterior para diseminar falsa información y crear malestar social. Sabemos que mucha de la polarización política que existe, en la actualidad, se debe a la difusión de falsa información por parte de trolls pagados por gobiernos totalitarios, utilizando IA para ello.
Independientemente de que es moralmente poco ético “robar” la creación de alguien más para aprovechar su uso, y que el arte es dominio del hombre y no de la máquina, deberíamos ser más cautelosos con la forma en que manejamos las redes sociales, y la inteligencia artificial, recordando siempre que ésta última es artificial y que, como Turing señalaba, su existencia se basa en “pendejear” al vecino poco cauteloso.
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