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Foto del escritorMaria Odette Canivell

Las arpías literarias: re-definiendo a la soledad y las mujeres

Actualizado: 22 oct

Empezaré este blog con un pronunciamiento un tanto arriesgado: sociológicamente, las mujeres se encuentran solas... si no tienen un compañero amoroso. La literatura está plagada de ejemplos de soledad femenina, mujeres como Madame Bovary o Anna Karenina, quienes se suicidan por falta de compañía masculina. María de Jorge Isaacs y Cecilia Valdéz mueren por amor (o por falta de él).


Las mujeres nos encontramos solas... si no tenemos un compañero sentimental.

Pareciera como si la identidad existencial de la mujer viniera dada, en términos meta-bíblicos, por su relación con Adán. Esta percepción popular sobre la mujer sin hombre,  la solterona (que no se aplica, por lo general, a los miembros del género masculino) salta a la vista en incontables ejemplos, llegando incluso a amenazar la integridad de la biografía de algunas de las arpías literarias sobre las que hablaremos más adelante.


         Las mujeres se sienten solas porque no se les permite poseer una identidad que no esté relacionada con la costilla ontológica que el mundo judeo-cristiano les otorga. Las mujeres no se sienten como seres “enteros”, entes completos. El pensamiento griego contemplaba un mundo en el que los seres humanos son objeto del castigo de los dioses. Los habitantes del Olimpo cortaron por la mitad a la humanidad, convirtiendo en dos a una entidad completa. Desde entonces, el hombre  y la mujer buscan en el otro a la parte que les fuera arrebatada. 


El mundo judeo-cristiano va aún más lejos: el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios; la mujer, como un apéndice de la creación de la divinidad. Las mujeres se encuentran atadas (genérica y literalmente) a los hombres por la costilla que Adán perdió.


La mujer está incompleta sin el hombre. De la misma manera que fue “creada” por él, lo necesita para ser completada.


Peter Paul Rubens, 1636-1637. Museo del Prado.


         Las arpías literarias son mujeres que reclaman su derecho a la plenitud existencial utilizando a la literatura como una especie de instrumento para combatir la soledad ontológica. Como las arpías de la Antigua Grecia, quienes eran doncellas de largos cabellos y singular hermosura, convertidas por el imaginario masculino en viejas desdentadas que le robaban el elán vital a los seres humanos, mis arpías literarias son escritoras cuya producción literaria sobrepasa la barrera del genero para crear literatura que defiende el derecho de cualquier miembro de la humanidad a ser contemplado como un ser completo sin necesidad de alguien que las complete; es decir: de ser ontológicamente enteras, no la media naranja de nadie.

 

Continuará en el siguiente blog...

 

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