Hace más de 4000 años, Enheduanna, la primera mujer de la que tenemos algún testimonio en la historia, publicó el primer texto por escrito de literatura femenina: Los himnos del templo de Sumeria. Compuesto de cerca de cuarenta cantos diferentes, esta princesa guerrera, suma sacerdotisa e hija del regente Sargón de Aklad, componía su obra a la luz de la luna.
Safo (630-570 a.c.), la décima musa de Platón, compuso su obra en la Antigua Grecia. Desafortunadamente, solo nos quedan fragmentos, algunos epígrafes, y su Oda a Afrodita. El filósofo cordobés Seneca debatía si Safo era poetisa o meretriz. Si nos regimos por sus comentarios, para el hombre escribir es una necesidad y un honor. Para la mujer, una lacra.
Saltando los años, aunque regresaremos a otras autoras celebres, nos encontramos con Verónica Franco (1546-1591), cortesana, diplomática, e intercesora de su amada Venecia. Cuenta la leyenda que, siendo amante del rey Enrique II de Francia, logró convencerlo para que no invadiera la ciudad. Saliendo en secreto de sus muros, a los que el monarca francés sitiaba, lo sedujo con poemas de amor. Sus versos y cartas, Terze Rima y Lettere familiari a diversi muestran su exquisito talento y nos brindan un testimonio de la época, incomparable. El precio que pagó por su osadía: enfrentarse al tribunal de la inquisición, que no llegó a condenarla debido a su talento como oradora.
Aphra Behn (1640-1689) fue la primer mujer espía, de la que tenemos verdadero rastro, además de historiadora y novelista. Su obra Oronooko, o el esclavo real, es el primer texto antiesclavista. Behn fue la primera escritora que pudo vivir de las ganancias de sus escritos, (además de su salario como una formidable Juanita Bond).
La autora del Genji Monogatari, o la historia de Genji, Murasaki Shibuku (978?-1014) era una aristócrata de la corte imperial Fujiwara, durante la era Heian, que compone la primera novela de la que tenemos noticias. El príncipe Genji reluce en las páginas de esta historia de costumbres cortesanas, donde las mujeres tratan de lograr el amor de Genji, y él se esconde de sus muchas amantes.
Anna Komnene escribe la Alexiada alrededor de 1148, en griego clásico. Siendo hija del emperador Alexios Komnenos, la obra es una historia de la Bizancio antigua y una celebración de los logros de su padre. Lo anterior no le quita mérito, ya que sus escritos nos dan la oportunidad de conocer, de cerca, el imperio bizantino de la alta edad media.
Todas las mujeres que se mencionan en los párrafos anteriores tienen algo en común, además de los textos que nos legaron: su pasión por la literatura, por dejar plasmados sus pensamientos, su visión del mundo y su forma de vivir, en testimonios tangibles que permiten que el mundo conociera, un poquito, acerca de ellas. Cada una de estas escritoras lo hicieron sin ninguna ayuda, con poco reconocimiento por parte de sus compatriotas y, en la mayor parte de los casos, sufriendo consecuencias serias por dedicarse a un oficio que era considerado, únicamente, privilegio de los hombres. Con excepción de Behn o Murakami, quienes obtuvieron éxitos en su profesión, las demás fueron conocidas, pero no amadas.
Aquel que señale que el género no tiene lugar en la literatura, se olvida de Safo a quien Séneca ataca por prostituta; de Franco, quien se enfrenta a la inquisición. O alguien más allende a nuestros tiempos y tierras: María Josefa García Granados; escritora; ensayista; poeta; fundadora de periódicos quién, a pesar de la fama que cosechó por sus escritos, en los que defendía a los guatemaltecos del siglo XIX, fue exilada debido al acerado filo de su pluma.
La editorial La Pepita, bautizada en su nombre, quiere publicar y difundir la literatura de escritoras como ellas.
¿Por qué? El punto de vista de un ser humano no es unitario, indivisible, monotémico, ni igual. La representación en la cultura, en general, y la literatura, en particular, debiera ser de todos los miembros del universo que compone un grupo social. El 52% de la población guatemalteca está compuesto por mujeres. Nuestra opinión también vale.
Si eres mujer, únete a nosotras; participa; ayúdanos a difundir la literatura de mujeres; danos tu opinión y, anímate a escribir.
Te esperamos, y búscanos para el próximo blog sobre más mujeres que escriben. Tal vez como tú lo haces.
María Odette Canivell
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